Uno de los grandes desafíos que tuvo que afrontar la Revolución Cubana fue desmantelar el sistema penitenciario establecido por la tiranía batistiana, en el que imperaban la corrupción judicial y administrativa, el crimen despiadado, los maltratos físicos y la tortura, las desapariciones, la discriminación racial y social y el tratamiento brutal al hombre sancionado, en detrimento de su integridad y dignidad humanas.
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