Allá arriba, todo no es luz, el ser supremo la tiene presa para si. En el árbol de los desposeídos, nace una flor opaca con deseos de ser nube.
Si porque los cirros, cúmulos y estratos navegan por el cielo, libres, y entibian la tierra con su llanto.
Pero la flor se escapa del árbol y en un arranque de ir contra el ser supremo, libera sus raíces, para pedir ayuda a la humanidad.
En la tierra, solo los arboles le dan esperanza; mueren para dejar que la luz se esparza sobre el mundo. Sus almas, entonces, se reflejan como raíces eternas, y es a eso a lo que llamamos el rayo.