“Yo ser primer cubano sato que ganar Premio Nobel“, dicen que dijo Hemingway con un acento grueso, cuando celebraba, entre cerveza y cerveza, el prestigioso lauro de la Academia Sueca.
Por más de 20 años, el escritor norteamericano residió en el que llamó su paraíso cubano, la magnífica Finca Vigía de la localidad habanera de San Francisco de Paula, y fondeó su yate Pilar en el pueblecito pesquero de Cojímar, donde reía y conversaba codo con codo con los pescadores de la zona.
A “mi gente de Cojímar” y a Cuba dedicó el galardón, voluntad que no dejó sólo en palabras, sino que la reafirmó con la ofrenda de la medalla de oro con la efigie de Alfred Nobel a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba y de la gente de mar.
Ansiosos por desandar los caminos de su famoso abuelo y envueltos en la…
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